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Convivencia matrimonial

Convivencia matrimonial 

COMENZAR LA CONVIVENCIA MATRIMONIAL

A la vuelta del viaje de luna de miel y con el eco aún de las celebraciones que acompañan a la boda, llega la hora de poner los pies en la tierra, incorporarse al puesto de trabajo e iniciar la convivencia matrimonial. Aunque la gran mayoría de las parejas ya vivían juntos antes de casarse hay un hecho constatado: la vida en pareja cambia después de casarse.

Que ese cambio sea para bien o para mal dependerá, en gran medida, de la solidez de vuestro proyecto en común. Hay psicólogos que afirman que, el mismo hecho de legalizar la unión, produce un efecto en la pareja de afirmación del compromiso. Si la relación ya tenía grietas, con esa afirmación se harán claramente visibles. Sin embargo, si la relación era consistente, el vínculo matrimonial contribuirá a su fortalecimiento.

Por lo tanto se podría decir que el matrimonio pone a prueba la autenticidad de nuestro compromiso de pareja. Se habla, también, de la «inercia de la cohabitación» que te lleva a mantener una relación cuando realmente ya no queda amor. De hecho muchas parejas que han convivido juntas antes del matrimonio se casan por pura inercia y no porque verdaderamente quieran consolidar su proyeto de vida.

Si no es ese vuestro caso y os habéis casado por amor (por «amor» del bueno, del auténtico, del único posible) entonces, una vez que el avión ha aterrizado y cruzáis la puerta de vuestra vivienda, comienza la gran aventura del matrimonio: la convivencia.

Convivencia

Claves para una convivencia matrimonial pacífica

¿CÓMO CONVIVIR EN PAREJA DESPUÉS DE LA BODA?

Es muy posible que antes de casaros hayáis oido mil veces el consejo de los mayores: «Quereos mucho y respetaos». Ese es el mantra que repiten los que se han mantenido con la misma pareja durante decenas de años. No puede faltarles la razón. Sin embargo, tal vez no resulte suficiente con amarse y respetarse. Tal vez sea necesario establecer todo un andamiaje de complicidades a prueba de tempestades.

Tienes que tener en cuenta que la parte festiva de la historia (la despedida de soltero, la boda, el banquete, la luna de miel, etc.) ha pasado pero lo más interesante está por llegar. No estés de bajón. Al contrario, mira con optimismo el camino que vais a empezar a transitar.

– Las pequeñas cosas:

Es muy importante no olvidar los detalles, regalos, arrumacos, sorpresas, etc. que os prodigabáis antes de la boda. El hecho de casaros no os da derecho a darlo todo por hecho. Tenéis que seguir conquistando cada día a vuestra pareja.

– La comunicación:

Mantener una comunicación constante, fluida y sincera con vuestra pareja es primordial para evitar conflictos y fortalecer la confianza mutua. Dedicar todos los días unos momentos para contaros como ha sido vuestra jornada, qué os estresa o preocupa y daros apoyo recíproco es una manera de establecer una complicidad única entre ambos.

– El compartir:

No separes lo tuyo y lo suyo. Ahora todo es común. No quiere decir eso que él se ponga tus medias y tú sus corbatas pero sí que tengáis claro que el matrimonio es compartir. Sea el que sea el regimen de ganaciales por el que se rija vuestro matrimonio, es fundamental que seáis generosos y no solo en términos económicos. 

– Espacio:

No os asfixiéis uno al otro. Daos un espacio de privacidad por respeto hacia al otro y porque resulta conveniente poder mantener también vuestros gustos particulares y vuestras quedadas con amigos no cómunes.

– Proyectos comunes:

No sólo tenéis a medias un gran proyecto de vida en común. Además, deberías compartir proyectos cotidianos o puntuales como los planes para el fin de semana o la renovación del cuarto de baño. Si solamente hacéis planes cada uno por su lado es inevitable que tarde o temprano la relación se vaya deteriorando.

– Mecanismo antienfados:

Establecer un mecanismo antienfandos. Es decir, un pacto por el cual cuando algo sienta mal al otro o cuando se produce una discusión o un desacuerdo entre ambos, os comprometéis a resolverlo a la mayor brevedad pero con la mayor autenticidad. No se trata de pedir perdón sin sentir realmente arrepentimiento ni perdonar a la lígera, sino de hablarlo con sinceridad y actuar con tolerancia.

– Sexo después de casarse:

Una ley no escrita dicta que la vida sexual de la pareja se acaba cuando se casan. ¡No! En absoluto. Ponte guapo/a y vuelvo a seducirlo una y otra vez. Deja un espacio de tu tiempo para la reconquista porque el deseo, si se renueva, es inagotable.

– Organización doméstica:

Fuente de un número considerable de discusiones de pareja, las obligaciones domésticas son un caballo de batalla duro de domar pero que, con una organización adecuada, es fácil de llevar. Planificad las tareas de cada uno y los tiempos en función de vuestros horarios laborales y de lo que a cada uno se le da mejor e integradlo en vuestro esquema de convivencia con naturalidad. No forcéis al otro a ser hiperordenado si no lo es. Pero proporcionarles pautas para que, al menos, no deje todo en cualquier sitio.

«La convivencia es un arte. Es un arte paciente, un arte hermoso, es fascinante.» Papa Francisco

 

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